Mientras unos alardean de galones, otros, sin brazalete,
hacen el trabajo. Él, acompañado de su corte celestial, sacando pecho de sus
brazaletes, tanto en la Selección, como en el Real Madrid. Arbeloa, mientras
tanto, desde la humildad y y la sobriedad, ejerciendo, a falta de que lo haga
el individuo encargado, como si fuese él el que lo llevase.
No recuerdo el miuto, entiendo que es lo de menos, Arbeloa
corria la banda izquierda con el balón en los pies cuándo lanzó un certero
centro a Karim Benzema, este, que a causa de numerosas muestras de falta de
acierto había sido pitado ya en varias ocasiones durante la tarde, remató fuera
teniendo la portería semi vacía. Álvaro vislumbraba la jugada desde la banda
izquierda, y acto y seguido, sabiendo que era más que posible que Karim
recibiese un destacable abucheo, mientras bajaba a recuperar su posición
habitual, alzó los brazos por encima de su cabeza y, de forma notoria, pidió a
la grada la ovación para el nueve del Madrid. El madridismo allí presente respondió con sonoros aplausos a la ocasión fallada por el francés. Algo poco
habitual en el Bernabéu y que gracias a Arbeloa, sucedió el resto del partido
en respuesta a cada ocasión fallada por el ex del Lyon.
Actitud de líder, de buen compañero, de hombre de club,
actitud de cápitan, actitud a la que ya nos tiene acostumbrados. Es el capitán
en la sombra para muchos, en funciones, a falta de que el que ostenta el cargo lo haga,
él lo hace. Porque esa figura en el vestuario es imprescindible, porque el
Madrid y el madridismo lo necesitan.
Iker Casillas, por antigüedad en el club, porta el brazalete
y es el cápitan. Pero bien pocos lo recuerdan a día de hoy, ya no sólo porque
no oficia de tal, sino porque hay un caballero que se llama Álvaro Arbeloa que
hace de cápitan de forma ejemplar. Cuándo el ex del Liverpool asoma la cabeza por
zona mixta para pedir unidad en el madridismo o el respeto a un compañero,
pocos recuerdan que el cápitan del Real Madrid es el portero suplente. Patética
incompetencia que cae cuándo los competentes se dejan ver.
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