By @JORGEMADRIDhv

martes, 10 de septiembre de 2013

Añoranzas de un madridista



Parón por partidos internacionales, alegría del suplente, lacra a erradicar por todo club grande. Selecciones devolviendo a jugadores lesionados, cuál lavadora que requiere ser arreglada para el próximo lavado, es decir, para la próxima concentración. Nunca llueve a gusto de todos, para algunos, estos parones resultan agradables, ya que para ellos la selección está por encima de todo, y más aún si es dirigida por el único entrenador que todavía le considera titular indiscutible.

A parte de producir desdichas, estos partidos frenan en seco la gozada que es para un madridista ver a su Real Madrid de forma semanal. Añoranzas de un madridista, en ocasiones desmedidas. Recuperar balones cómo un corpulento medio centro defensivo y distribuirlos con la tranquilidad (Por no hablar de la calidad) de un monje budista que medita día y noche en su monasterio, alejado de toda civilización, debería poder verse cada 3 días. No vi el partido de la selección croata, y por ello, tengo mono. Estar cerca de dos semanas sin disfrutar de un futbolista cómo Isco, que marca goles tanto o más que un delantero, y los deja en bandeja con un talento desmedido, a la altura de pocos media puntas en Europa, produce también una  melancolía silenciosa.

El sábado es la guapa de la semana, con la que todos quieren estar, y más aún si vuelve nuestro Real. ¿Por qué, que ser de la tierra, ya no digo sólo madridistas, no tiene ganas de volver a ver jugar al Real Madrid? ¿Quién no tiene ganas de volver a ver jugar al mejor del mundo, Cristiano Ronaldo, o al panzer del medio campo Khedira, o  al delantero que marca goles y da asistencias de forma desapercibida? Y por supuesto, ¿Quién no tiene ganas de volver a ver a Diego López noquear el balón con los puños, cuál púgil de primera categoría, cuándo éste amenaza por el aire la portería blanca? Y ¿Quién no desea volver a ver sus saques Xabi Alonsistas que acaban en el pie de nuestro delantero? Las largas y calurosas noches de verano son testigos de mis continuas pesadillas en las cuáles me pregunto qué hubiese ocurrido si el fichaje de Diego no se hubiese llevado a cabo. Pienso que nuestros ojos hubiesen estado expuestos a la rutina de ver cómo nuestro portero titular (Iker Casillas) permanece debajo del larguero en cada balón que amenaza por alto, siendo el larguero utilizado por el de Móstoles cómo sombrilla en épocas veraniegas o cómo paraguas en el lluvioso mes de Abril. Su deficiente juego de pies, que parece ser practicado por un hombre que no tiene pierna mala, ya que ambas lo son, hubiese sido también un doloroso castigo para nuestra vista.

Dejo todo lo referente a la portería del Real Madrid a un costado, no muy lejano, (ya saben, no olvidamos) y me centro en mis deseos de ver el nuevo fichaje del Real Madrid, Gareth Bale, jugando con la zamarra blanca, pero no la del Tottemham, sino la del Real. Desde que fue fichado, fugaces visiones de Bale recorriendo la banda del Santiago Bernabéu invaden mi cabeza. Con éste futbolista en nuestro conjunto, tenemos ante nosotros la posibilidad de vivir placidas y talentosas tardes de fútbol en el Bernabéu. Sin olvidarnos de su inestimable liderazgo junto a Cristiano en las conquistas de los Reinos más hostiles. Cristiano ocupando una banda, Gareth Bale la opuesta. Galopadas imparables por ambas.


El aburrido fútbol de la selección española, te invita a dormir o a reflexionar. Con la cena aún sin ingerir, decidí resistir al sueño que me producía ese tufo infumable. Decidí abrir mi mente a la productiva reflexión, la cual protagonizó el Caballero del dinero, Mesut. Futbolista que podía haber sido recordado cómo uno de los mejores media puntas de la historia, pero que no pudo erradicar su principal lacra, el excesivo amor al dinero. No le irá mal en el Arsenal. ¿Éxitos deportivos? De sobra sabe que no. Pero insisto, eso a él no le importa. Su mayor estimulante cómo futbolista es recibir cada mes un fajo de billetes mayor que el anterior, pero menor que el posterior.

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