Rafael Nadal, deportivamente muerto para muchos cuándo se
conoció aquella fatídica lesión de rodilla que padecía, cerró bocas en Montreal
de la mejor forma posible para un tenista, a base de voleas y reveses.
Superando una difícil semifinal, con aroma a final de Gran Slam, ante Djokovic.
Después, la final resultó ser un puro trámite ante Raonic. El canadiense estuvo
nervioso e impreciso durante todo el partido, jugar en casa, ante su afición,
ilusionada y eufórica, le pasó factura.
Rafa avanza hacía la
posición número 3 del Ranking mundial, y viendo su estado físico y psicológico,
cualquier habitante de la tierra está en su derecho de pensar que el mallorquín
puede volver a la cima del tenis, al número 1 del Ranking mundial. Yo también
lo pienso, pero yo no cuento, ya que siempre lo pensé, siempre confíe, ya que
se trataba de una odisea, de esas que se encuentran al alcance sólo de unos
pocos, al alcance solamente de los grandes, al alcance de Rafael Nadal.
Rafa Nadal celebrando un gol de Real Madrid |
Nadal es el deportista eternamente expuesto al
elogio. Por
su valentía, garra, esfuerzo y constancia. Un tenista con la virtud de poseer
un vocabulario que carece de la palabra rendirse. El tenis de Rafa enamora, y a
un madridista cómo yo aún más. El tenis que Rafael Nadal expone sobre la pista
rebosa madridismo, ya que posee las principales características de ello: “Lucha,
casta, honor, y sobretodo, no rendirse nunca”
Caballero del honor, que ha hecho de servidor, un amante del
tenis. El tenis era para mí hace unos años, lo que es para una monja el sexo:
Solamente han oído hablar sobre ello. Ahora en cambio, y gracias a la aparición
de Rafa en esto, me encuentro poseído por una enorme pasión a éste deporte, en
concreto a Rafael Nadal.
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