By @JORGEMADRIDhv

martes, 22 de diciembre de 2015

El gobierno de los que no saben


Para el filosofo Platón, el país lo debían gobernar los sabios, es decir, se debía formar el gobierno de los que saben. Y servidor está de acuerdo. El país en el que resido y el Real Madrid son lo suficientemente importantes para mí como para preocuparme por quién o quienes llevan sus riendas. Sobre el gobierno de España no pienso hablar, pues este artículo de política no va a tratar. Me voy a centrar en el club de fútbol de la capital. Donde los que toman las decisiones deportivas importantes, es decir, los jugadores y entrenadores que van y vienen, son trajeados que no demuestran tener una idea futbolística superior a la de cualquier socio o aficionado. Las ideas de Florentino y su cúpula no están funcionando. Si cada uno de sus ridículos los contásemos con un grano de arroz, y cada uno de sus títulos con una lenteja, el que decidiese tomarse el plato de ricas legumbres se levantaría de la mesa con más hambre que una mujer que comparte alcoba con un eunuco. En cambio, el que eligiese el plato de arroz, independientemente de su peso y tamaño, se levantaría de la mesa saciado y bien saciado.
 
En una época en la que jeques y millonarios rusos y asiáticos están haciéndose con el fútbol, se agradece y se valora liderar la lista Forbes y seguir facturando lo suficiente como para continuar fichando a las estrellas más importantes. Eso lo han conseguido Florentino y sus hombres, pero al fin y al cabo, el madridista no se alimenta de eso. En definitiva, lo que genera en el hincha el sentimiento irrefrenable de pasión que produce el salto, el brinco y el abrazo con el desconocido, no son los millones, sino los goles.
 
Las élites futbolísticas deben dirigir deportivamente el club. Si Florentino cuenta con la humildad de quedarse en un segundo plano - el del económico y comercial - donde seguirá brillando pero con menos protagonismo, es provechoso para el club, pero si no es capaz de dar ese paso y prefiere continuar controlando un aspecto que desconoce tanto como la mesura alimenticia el protagonista del programa "Crónicas carnívoras", entonces debe marcharse para no seguir ridiculizando al Real Madrid. Triturar entrenadores ha sido su modo de operar en las últimas campañas. Es la estrategia más sencilla de tomar, cuando la solución real no eres capaz de encontrar. Pongo como ejemplo, para reforzar mis ideas, el más reciente: el despido de Ancelotti. Ya que, si gente con conocimientos reales sobre balompié hubiese tenido en sus manos el futuro de la plantilla la pasada temporada, el mejor entrenador de la historia del deporte no hubiese salido por la puerta de los que se ocupan de la colada. Si ex jugadores del Real Madrid hubiesen llevado las riendas deportivas, la temporada anterior hubiese estado plagada de éxitos al haber contado con el fondo de armario necesario para suplir a los importantes lesionados. 
 
Florentino se quito de encima a Ancelotti como si se tratase de una molesta ramera callejera que agarrándote el brazo te explica rápidamente cual es el precio de su dignidad, no fue capaz de entender que a sus servicios se había encontrado el entrenador que el madridismo siempre había buscado y el club blanco siempre ha necesitado. Controlaba a la perfección a la critica prensa madrileña y al difícil vestuario madridista y además lo hacía jugar como nunca y ganar como siempre históricamente lo habia hecho este club. La directiva no pareció seguir con atención la temporada 2014 - 2015, porque de lo contrario, la nalga pateada hubiese sido la del servicio médico y no la del cuerpo técnico.


La directiva ha perdido toda su credibilidad contratando a Rafa Benítez. Un entrenador que vacilaba de sistema defensivo férreo, pero que en realidad ha construido una muralla que se derriba con un inocente suspiro y que sustenta Keylor Navas empujando desde el otro costado. Es un técnico sin brillantez ofensiva ni defensiva, un entrenador grisáceo. Un hombre que necesita auto elogiarse continuamente, sin realizar ningún tipo de autocrítica y provocando la risa de amigos y enemigos cuando decide pavonearse tras humillar a un débil oponente. Un señor con nula capacidad para gestionar el vestuario y que es capaz de enemistarse con capitanes y vacas sagradas en los primeros meses, y llegar al final de la primera vuelta siendo odiado por los lideres y jugadores más talentosos del equipo. 

Su único virtud profesional mostrada en el Real Madrid, la practica de manera inintencionada y es la de ser el protagonista de las derrotas y conseguir que sus futbolistas no reciban ninguna crítica agresiva y, de esta manera, no sufran una presión desmedida. Esto lo logra plasmando sobre el terreno de juego sistemas risibles y horrendos que espantan a cualquiera y hacen llegar a la conclusión al aficionado de que dentro de ese esquema no puede haber ningún futbolista destacado.

Lo que no se le puede negar a Don Rafael Benítez es que domina las artes mágicas, ya que ha sido capaz de hacer desaparecer al mejor medio campo del mundo. Lo que hace unos meses brillaba por luz propia y generaba el mejor fútbol del Madrid en toda su historia actual, ahora no existe. Lo ha hecho desaparecer. Lo ha arropado con un velo negro, ha contado hasta diez y cuando ha vuelto a levantar el velo, ahí ya no había absolutamente nada. Las imágenes de los partidos ante equipos de exigencia corroboran mis afirmaciones. Existe un bloque defensivo y otro ofensivo, y el centro del campo solo es habitado por los jugadores del equipo rival. Y el fútbol de esa forma desaparece, en un derivado de un truco mágico de un entrenador con métodos destructivos.

Las únicas explicaciones sostenibles al cambio de Ancelotti por Benítez, son dos. La primera es que la cúpula sentía un enorme malestar ante la gran cantidad de espermatozoides desperdiciados y derramados por los madridistas en sus patatas bravas durante cada partido del Madrid de Carlo. La segunda, y quizás más viable, es que los actuales dirigentes de este club son tanto, o más, incompetentes de lo que piensan y afirman sus detractores. Florentino debe confiar la gestión de la plantilla en las manos de los expertos, o dimitir.

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