Extraido del blog: El penúltimo Raulista vivo. Escrito por el gran periodista Juanma Rodríguez.
Hoy esa cosa llamada España, también conocida en algunos círculos
privados como selección nacional de fútbol, juega en Panamá un partido
tan amistoso como inoportuno. No seamos hipócritas: aquí quien más y
quien menos se tira cuerpo a tierra cuando a un futbolista internacional
nacido en Cataluña o en el País Vasco le llega la bendita y nunca
suficientemente bien valorada hora de disertar ante los medios de
comunicación. Surgen entonces un montón de preguntas: ¿Qué dirá? ¿Por
dónde saldrá? ¿Cómo se referirá a España? ¿Ofrecerá un mitin? ¿Meterá
mucho la pata?... En cualquier caso la "cosa" de Markel Susaeta debe ser
valorada en sus justos términos y encuadrada en el nivel
correspondiente, que no es ni de largo el más desagradable, en una
España en la que nos obligan a ver cómo terroristas clínicamente muertos
se van de copas o cómo el alcalde de un pueblecito catalán eleva una
protesta formal porque dos cazas del Ejército del Aire sobrevuelan la
zona.
Yo entiendo a Vicente del Bosque. Lo juro. Entiendo que su misión es
una y la nuestra (y aquí me refiero a una parte de la prensa) es otra
distinta. Comprendo que Vicente quiera quitarle hierro a todo porque
resulta que además esa filosofía le ha funcionado maravillosamente bien
tanto en su vida personal como en la deportiva. Yo entiendo a Del Bosque
y soy capaz de meterme las veces que haga falta en sus zapatos y de
tener con él toda la empatía que sea necesaria pero detecto sin
embargo con cierta tristeza y, para qué ocultarlo, también con un
puntito de frustración que él no logra entenderme del todo a mí.
Entiendo que Del Bosque sea un hombre orquesta que haga de todo y toque
correctamente todos los palos, que tenga tiempo para ser un gran
seleccionador, un excepcional psicólogo, un fenomenal gestor y
conductor de grupos humanos, un brillante public relations...
Asimilo incluso que, pese a la metedura de pata del chaval, su
obligación no sea otra que dar la cara por él, defenderle en
público hasta las últimas consecuencias y probablemente reprenderle en
privado para que tenga más cuidado la próxima vez. Lo que no comprendo
ni lograré comprender jamás es que para defender a Susaeta, que acaba de
llamar "cosa" a España, Vicente nos diga a los demás que somos unos
malvados por llevarnos las manos a la cabeza. Probablemente no debamos
tener la maldad de pensar algo que igual él no pensaba, pero sí tenemos
que tener el criterio, la valentía y la honradez intelectual
necesarias para criticar lo que sin lugar a dudas Susaeta sí ha dicho
delante de un montón de medios de comunicación. Para mí España no es
desde luego una "cosa". ¿Soy un malvado por reclamar a quienes tienen el
privilegio de vestir la camiseta del equipo nacional que tampoco lo sea
para ellos o que, si lo es realmente, finjan un rato?... Igual en esta
España sí lo soy.
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